Escalada, me he lesionado una polea, ¿Porqué me sigue doliendo?

Si eres escalador sin duda has sentido más de una vez algún tipo de dolor en tus dedos. Son el tipo de lesión no traumática más frecuente, representando el 52% del total de lesiones de un escalador. De todas las lesiones de los dedos, el 30% son lesiones de las poleas lo que supone el 12-20% del total de lesiones (cualquier tipo y cualquier zona del cuerpo), siendo en conjunto la lesión específica más frecuente de un escalador (estudio).

No está nada mal teniendo en cuenta que muchas de ellas pasan sin diagnosticar… ¿cuantas veces nos duelen los dedos y lo trampeamos hasta que se pasa sin llegar a saber porqué? Apretar hay que apretar y por un dolorcito no me voy a parar ¿no?. Y si escalas por encima del 7b… pues ya formas parte del 88% de los que engrosan la estadística de lesiones… a más grado, mayor probabilidad de lesionarte (estudio).

A ésto se le suma que a menudo compiten por el diagnóstico con otras entidades como las tenosinovitis de los flexores (inflamación de la vaina que recubre el tendón). Éstas sobrepasan el 10% del total también pero, muy probablemente, estén en muchos casos sobrediagnosticadas con respecto a las poleas. Es decir, que se diagnostican tenosinovitis cuando en realidad el problema está en la polea. Sin un buen screening y especilización, incluso ecografistas expertos en lesiones músculo esqueléticas pueden cometer éste error.

Sea como sea, si te duele un dedo, es muy probable que se deba a una polea (tranquilo, muy probable no significa que lo sea, y aún si lo es seguro que tiene solución).

Unas veces sabiendo la causa y otras no, los dolores de los dedos son latosos y tardan tiempo en desaparecer ¿verdad?. Yo mismo he sentido dolor en zona de la polea A2 de uno de mis dedos durante aproximadamente 3 años, en ese momento sin profundizar demasiado la verdad.

Pero, ¿porqué?

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Para explicar esto debemos mirarlas un poquito mas adentro:

Desde 2020, gracias al trabajo de Fritz y cía (estudio) podemos saber mucho mejor como es la estructura interna de una polea.

 

(Sistema tendón-poleas de cadaver. Fuente: Fritz y cía 2020)

 

En resumen diremos que está formada por 3 capas: areolar (superficial), interna y sinovial.

La capa areolar es la más superficial, y la que está irrigada (contiene los vasos que nutren a las otras 2, especialmente a la intermedia). La capa intermedia está formada sobretodo por colágeno, en una configuración muy especial como veremos mas adelante, pero es la capa que le da resistencia a la polea, de la que depende que el tendón se mantenga pegado al hueso cuando lo ponemos tensión, y escalando… la ponemos en mucha tensión. 

Por último la capa sinovial es la capa que está en contacto con los tendones flexores y lo que hace es segregar líquido sinovial para lubricar. Si el tendón va a friccionar de lo lindo con la polea mejor tenerla engrasada ¿no?

A cada una de éstas funciones le acompaña una diferente estructura y nos importa especialmente la estructura de la capa intermedia y superficial porque condicionan en gran medida la recuperación tras lesión.

En la siguiente imagen podemos ver la estructura de éstas 2 capas:

 

  

(Imagen microscopio electrónico. A la izquierda capa superficial, a la derecha capa intermedia. Fuente: Fritz y cía 2020)

 

Y podemos compararla con la estructura del tendón flexor al que envuelve:

 

(Imagen microscopio electrónico. A la izquierda capa superficial, a la derecha capa intermedia. Fuente: Fritz y cía 2020)

 

Es fascinante observar cómo la evolución se las arregla para encontrar una solución óptima para cada necesidad. Para un tendón diseña un sistema de fibras de colágeno en disposición longitudinal, que simula cuerdas, parecidas a las que usamos para escalar. Las tensiones serán esencialmente longitudinales y por tanto esa disposición y trenzado proporciona una enorme resistencia con su punto exacto de elasticidad.

Por contra, para un tejido en el que las tensiones serán más transversales y variables, ¿porqué no poner una malla?, algo así como una hamaca en forma de red que pueda abrazar al tendón y mantenerlo pegado al hueso soportando una gran tensión con un grosor pequeño que permita mantener la movilidad y ocupar poco espacio. Con esos puntos de unión de fibras (nodos) que le confieren un extra de resistencia. Cómo una tela bien entretejida, en éste caso con varias finas capas. Brillante.

 

(Adaptado de Fritz y cía 2020)

Pero todos sabemos que tu mayor virtud puede ser también tu talón de Aquiles. Mientras las cosas funcionan bien estupendo, pero si éste sistema se lesiona, es decir se rompe, recomponerlo es más complejo. Esa es la primera razón por la que si te lesionas una polea el dolor puede durar bastante tiempo: es un tipo de tejido complejo que necesita tiempo para recuperarse.

Razón 1: La polea es un tejido con una estructura compleja por lo que necesita tiempo para recuperarse.

Muy bien, pero en realidad no es lo único ni lo más importante. El factor estructural principal de su reparación lenta está marcado por la vascularización. Cómo hemos dicho arriba, la capa más superficial es la que realmente está vascularizada. Al punto de que la cantidad de vasos de la capa intermedia es anecdótica. Y eso marca definitivamente el aporte y drenaje de sustancias y por tanto el trofismo, es decir, la velocidad con la que suceden las cosas ahí dentro.

 

(Entre flechas la capa vascularizada de tendones y poleas. A la dcha densidad de vasos. Fuente: Fritz y cía 2020)

Claro, no es lo mismo llevar suministros por carretera a Madrid que un pueblo pedido en medio del Pirineo. Si es cierto eso de que quieren construir un hotel de 5 estrellas en el Everest… poder podrán… pero ir va a ir más lento. Incluso podrán aparecer complicaciones que lo compliquen demasiado.

Y si va más lento ¿que va a pasar?, pues que te va a empezar a picar el bicho y es fácil que empieces a apretar antes de tiempo. Y si aprietas antes de tiempo lo normal es que tu cuerpo te avise… con dolor. Ahí lo tienes, la segunda y más importante razón para que tu lesión de polea aún te duela.

Razón 2: Es un tejido poco vascularizado que enlentece y hace más difícil la recuperación completa.

Ya… y me vais a decir -vale Juan, muy bonito pero no, yo he respetado los plazos, me he tratado pero llevo meses escalando y aún me molesta-. Claro, es posible. Y eso tiene que ver con otra característica de la reparación de los tejidos poco vascularizados.

Sí, he dicho reparación y no regeneración. Porque éste tipo de tejidos, salvo que el daño sea muy pequeño, no vuelven a ser cómo antes sino que hacen una cicatriz, resistente y funcional si las cosas han ido bien, pero con propiedades diferentes.

Y en éste proceso es habitual que el tejido quiera solucionar cosas por ejemplo intentando generar muchos más vasos nuevos que irriguen la zona y compensen el problema. Pero en función de diferentes factores (dan para un libro y medio), es frecuente que esta neovascularización sea incompleta. Y como siempre que hay un vaso suele haber un nervio, se generan también más terminaciones nerviosas libres, que son las que transmiten el dolor… lío montado… 

Y si por alguna razón la cicatriz es un poco aberrante (y apretar demasiado y demasiado pronto es una de ellas), éstas terminaciones acaban por quedarse atrapadas entre las fibras de colágeno con poco espacio, se comprimen con facilidad, y duele… Ahí tienes otra razón.

Razón 3: Terminaciones nerviosas libres atrapadas en la cicatriz o cicatrización aberrante e incompleta.

Vaya tela… y, ¿esto se puede evitar?. Pues sí. ¿De que depende?. De varias cosas. 

Ya decía Jorge Valdano que “se puede aprender todo sobre la vida en un cancha de fútbol”. Y también se puede hacer pertinente explicar todos y cada uno de los sistemas del organismo a partir de la lesión de una polea. Porque en la reparación intervienen la inflamación y su resolución, el Sistema Inmune, las hormonas, la dieta, el descanso y todo lo demás. O sea, que todo vaya bien depende de muchas cosas.

Aunque hay un factor especialmente importante en el que pararse en éste caso: las cargas a las que sometas a la polea.

Desde el momento en que te lesionas deberías establecer un diálogo con ella. Lo que quieres es decirle que se vaya reparando, a su ritmo, pero bien. Y si un tejido tiene su razón de ser en soportar tensiones, el único idioma en el que te va a entender es la “tensión”. Si le hablas en inglés no te va a entender, le tienes que hablar en “tensión”.

Si la pones en tensión progresivamente y la escuchas, una serie de estructuras que están dentro de sus células traducirán todas esas tensiones en información química, generando todas las sustancias que necesita y con la disposición adecuada en otro brillante proceso fisiológico que se llama “mecanotransducción”.

Ahora, si la estresas demasiado en la primera fase y desde que te lesionas no paras, puede que se ponga en marcha una respuesta excesiva ya que no permites que el proceso inflamatorio inicial pase a la fase de resolución, y como consecuencia tendrás más fibrosis y más vasos y terminaciones nerviosas inmaduras que no son capaces de terminar el proceso. Una vez esto sucede tarda más en resolverse, y aunque se puede y se hace, te va a tocar lidiar con las molestias durante un buen tiempo. El tejido puede estar preparado para resistir las cargas, en éste caso dolor no significa necesariamente debilidad que te impida escalar, pero si quieres evitar esto es mejor parar al principio, aunque mentalmente cueste, y readaptar progresivamente desde ahí. Los 3-5 primeros días son vitales (ahí es mejor no hacer nada), pero pueden necesitarse de 1 a 3 semanas en función del grado de la lesión.

 

(Gudernatsch y cía 2019)

Y ahí está la ecuación esencial de una recuperación óptima: conocer y respetar los tiempos de recuperación y dar a la estructura los estímulos adecuados (vaya, he descubierto la pólvora…).

Ojo, esto que dicho así parece facilito da para una vida entera…

Los tiempos dependen mucho del tipo de rotura y la o las poleas implicadas, pero tenemos datos objetivos que individualizando debidamente nos orientan muy bien en cada caso. Me comprometo a escribir otro post sobre esto y ya que estamos sobre la propuesta de trabajo concreto que suelo recomendar en la clínica para la readaptación de este tipo de problemas.

Pero es importante un matiz en éste punto. Cuando el tejido cicatriza, al principio no se forma el tipo de colágeno definitivo. En una primera fase hay mayor cantidad de colágeno tipo III, menos resistente que el definitivo tipo I. Aunque depende mucho del tamaño del daño, podemos decir que en torno a las primeras 3 semanas ya tenemos esa primera formación y a partir de ahí se va formando en resto que puede tardar 6 meses o más para completarse. Es decir, al principio no va a tener la resistencia máxima. Y ahí está la última razón por la que te puede seguir doliendo una polea:

Razón 4: Estás empezando o has empezado a apretar antes de tiempo.

Entonces, ¿No se puede apretar del todo hasta los 6 meses o más?, te estoy leyendo esa mente ansiosa. 

Tranquilidad, sí se puede en su momento, pero ahí entra un matiz determinante en cualquier proceso de readaptación deportiva: la inmensa mayoría de las veces no volvemos a la actividad deportiva completa cuando el proceso se ha completado del todo, sino cuando el tejido va a soportar las cargas con suficientes garantías, es decir, cuando la probabilidad de volver a lesionarse es baja o muy baja, pero no inexistente. Y esto es una mezcla de arte y de ciencia.

Si lo que pretendes es tener probabilidad 0, posiblemente tendrías que esperar 6 meses, 1 año o más en determinados casos… y va a ser que no, ¿verdad?. 

La cosa es que, a poco que te dejes aconsejar por tu fisio en los tiempos y las cargas, te escuches un poco y tengas sentido común, la probabilidad será muy baja por diferentes razones (algunas por la propia protección de tu propio organismo, que te conoce y te capa, aunque conozco a más de uno que en éste aspecto tiene una tara). 

Pero hay que entender que a mayor proximidad de la lesión más riesgo y a mayor daño también. Por eso conocer el alcance se hace siempre indispensable para poder encontrar la mejor opción.

En resumen, es muy normal que los dolores residuales tras una lesión de polea duren tiempo porqué es un tejido de estructura compleja y poco vascularizado que fácilmente puede generar alguna pequeña complicación a poco que nos pasemos.

Por suerte, la mayoría de las veces son problemas temporales y no dejan mayor secuela. Los pequeños daños repetidos incluso pueden dar como resultado un refuerzo que en el futuro te proteja.

Sobre las ayudas al proceso con terapias específicas hay 2 o 3 cositas que realmente ayudan,  escribiré sobre eso también y una más que todavía no te puedo contar, que hay por ahí mucho espía suelto.

Hasta aquí, a apretar que llevas mucho tiempo leyendo.

 

PD: si te ha gustado el post deja un comentario o sugerencia e intentaré responderte para ayudarte o generar el contenido que mejor se adapte a los temas de mayor interés.

 

NOTA: Recuerda que si quieres recibir información actualiza sobre alimentación y rendimiento deportivo puedes visitar: desequilibrados.es. Es un newsletter gratuito muy loco que acabo de crear. Envío mails diarios sobre alimentación, entrenos, lesiones, el coco… Adictivo!!

 

Juan Martínez
Fisioterapeuta
Instituto Biomédico Hygea, Vigo

 

 

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Comentarios (8)

  • Moi interesante e aclaratorio. Podería trasladarse parcialmente a outras lesións de tendóns?
    Esperamos con ansia os próximos post.
    Moitas grazas.

    • Buenas Luis,

      En líneas generales sí. El proceso de cicatrización es similar en estos tejidos, son tejidos poco vasculares en general y las ideas generales pueden ser extrapolables. El matiz es que en función del tendón las condiciones pueden ser más o menos favorables y podremos acelerar más o menos todo, con tiempos distintos y posibilidad de carga. Hay tendones más o menos vasculares, con o sin sinovial, funcionalmente más o menos relevantes etc. Pero sí.

      El mundo del tendón es un ámplio y apasionante dolor de cabeza que para mí tiene un punto clave para terapeutas y pacientes: entender que necesita tiempo. Aunque elimines el dolor, el proceso necesitará ese tiempo para terminar, sino volverá a darnos la lata más pronto que tarde.

      Saudos

  • Segundo González Parente

    He leído con atención hasta el final. Exposición clara y amena.
    Mi comentario podría coincidir con la intervención de Luis Arocas pero con un añadido, que es la edad (avanzada) del indivíduo, que supongo ralentiza la recuperación y consecuentemente mantiene el dolor residual por más tiempo.
    Coincido con el comentario de Quico: “Lástima que no haya un remedio milagroso”
    Gracias por compartir. Un saludo

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