2 modos de aproximarse a la vida

A menudo en la vida nos encontramos con aparentes paradojas. Habitualmente resultado de alguna reflexión interesante. Siempre digo que cuando llegas a alguno de esos lugares es que la reflexión va en buena dirección.

Pero la mente es muy traicionera y una paradoja para ella puede ser la excusa perfecta para mantenerse activa y rumiando, o peor aún, puede ser el origen de la duda y el boicoteo hacia lo que tu parte “no mental” quería experimentar.

Es por eso que el proceso de indagación que nos proporciona respuestas satisfactorias para la mente facilita el camino de las experiencias no mentales, por ejemplo cuando queremos silenciarla a través de la meditación.

Darle respuestas a la mente la calma dejándote más libre, a la vez que aumenta la convicción en la práctica. Digamos que concilia las 2 partes en lugar de mantenerse “peleando”.


Mente en Modo Hacer o en modo Ser

En esencia tenemos 2 modos de aproximarnos a la vida aparentemente contradictorios, la mente en modo Hacer y la mente en modo Ser.

Cuando proponemos un trabajo de meditación, una de las instrucciones principales que damos es literalmente “no hacer nada”. Dejar de tener “intención de…”, simplemente “estar” o “ser”. Éste es un tipo de experiencia que elimina las expectativas y por tanto la actividad de tu mente cuestionando si lo estas haciendo bien, si deberías hacer esto lo aquello etc etc.

Cuando uno “está siendo” sin más, se eliminan los contenidos mentales elaborados, los que nuestra mente pone encima de la experiencia en sí y con ello la rumiación y el “enganche” a las ideas que tanto desasosiego nos genera. “Ser” es la única manera de sentirse completamente pleno/a porque elimina la sensación de tener que ir a algún lugar y por tanto de estar incompleto/a hasta llegar allí.

En contrapartida, la vida es imposible sin hacer un sin fin de pequeñas cosas imprescindibles para la supervivencia. Necesitamos ir a comprar comida, trabajar, cuidar de otros y muchas otras cosas que requieren intención y planes de acción. Es decir, nos pasamos la vida haciendo cosas. Por mucho que la queramos simplificar siempre habrá algunas pequeñas cosas que hacer.

Aquí es donde surge la aparente paradoja. Por un lado mi bienestar mental depende de dejar de hacer y por otro la vida me obliga a tener que hacer infinidad de cosas.

Pero ésta aparente paradoja en realidad no lo es, sino que debería ser en realidad la búsqueda del equilibrio.

En nuestra sociedad, indiscutiblemente debemos desplazar nuestra vida al modo Ser. Las cosas van a mil por hora y nos pasamos el día haciendo y haciendo, saltando de una cosa a otra casi sin descansar. Y si por lo que sea paramos nuestro cuerpo, la que no se para nunca es nuestra mente, que sigue pensando y pensando (haciendo y haciendo).

SIN DUDA DEBEMOS APRENDER A PARAR.

Pero de la misma forma debemos aprender a elegir mejor el cómo Hacer. En esencia existen 2 modelos de Hacer:

1.- Un modelo basado en el Miedo

2.- Un modelo basado en la Recompensa.

El modelo basado en el miedo es el que detecta amenazas. Nos sirve para protegernos y nos salva la vida. Pero una vez más, por la predisposición del cerebro a detectar estas amenazas, nuestra vida está en muchos casos absolutamente desplazada a vivir desde el miedo y eso es desasosiego, ansiedad, estrés o pánico. Sólo hay que ver cualquier día el telediaro…

El modelo basado en la recompensa nos genera más satisfacción, porque en lugar de centrarse en la amenaza que a menudo paraliza nuestras acciones se centra en el premio, en lo bueno que me puede pasar si hago esto o lo otro. Hace poco recibí un link sobre el estreno de un documental australiano con un titulo parecido a “Esto es lo que puedes conseguir en 2040 si haces esto…”. El documental habla sobre el cuidado del planeta, la sostenibilidad etc, pero en lugar de hacerlo como casi todos centrándose en las catástrofes que estamos generando que paraliza nuestra acción, se centra en lo bueno que pasará si hacemos las cosas diferentes invitándote a adoptar cambios realistas.

De nuevo  los 2 modos de funcionar son necesarios, el truco aquí está en usar el modelo basado en el miedo sólo lo justo y necesario y desplazar la mayor parte de nuestras cosas que hacer a un modelo basado en la recompensa. Otra vez sin paradoja, sino más bien buscando el óptimo equilibrio.

Por último, y también importante, el modelo basado en la recompensa se divide en 2:

1.- Recompensas no adaptativas.

2.- Recompensas adaptativas.

Las primeras son aquellas que no son demasiado útiles y te desplazan de lo que realmente quieres en la vida: sentirte bien y/o hacer sentirse bien a otros. Un buen ejemplo son las drogas. Me dan una recompensa inicial enorme, con un placer fácil muy grande, pero a medio-largo plazo me destrozan la vida y me generan adicción. Ojo! Funcionamos a menudo con comportamientos adictivos similares, dejándonos llevar por el juego del deseo y aversión hacia las cosas. No usamos sustancias químicas como tales, pero entramos en el bucle de esto me gusta y quiero mas y mas… puede ser con el trabajo, el deporte, la comida, las relaciones…

Todas estas pueden ser recompensas no adaptativas y condenarnos al malestar. Es un juego que nunca acaba y por tanto nunca te deja satisfecho plenamente. Mi consejo aquí es muy claro, no te metas en nada que no puedas abandonar en cualquier momento, y si detectas que se ha vuelto adictivo, sal de ahí antes de que sea más difícil.

El modelo basado en las recompensas adaptativas consigue que tus planes y tus logros te alineen con lo que realmente quieres, repito: sentirte bien y/o hacer sentirse bien a otros (merece la pena que reflexiones sobre esto, condiciona todas tus decisiones, y tenerlo claro ayuda enormemente. Si  no sabes a donde realmente quieres ir o no eres consciente será imposible que tomes la dirección adecuada).

Las recompensas adaptativas son del tipo “bueno para mi” y/o “bueno para otros”, de forma saludable y sostenible. Y no es una forma más de egoismo encubierto, habitualmente un “bueno para mi” sostenible y estable, viene de la satisfacción de facilitarle la vida a otros. Sin obviar que has de nutrirte tu primero.

Y curiosamente, esta forma de recompensa te acerca mucho más al modo Ser. Porque cuando diluyes la importancia que te das a ti mismo/a y tu personaje a través de dar afuera, la identificación contigo mismo y tu historia disminuye y por tanto el sujeto que hace la acción.

Así pués, nuestra aparente paradoja en realidad no lo es, es sólo la búsqueda de los equilibrios.

Sintetizando:

Pasa todos los días al menos unos minutos en modo Ser, con la meditación u otra técnica que te funcione, eso te ayudará a parar y sosegar tu mente.

Y cuando tengas que hacer, elige objetivos y planes de los que puedas salir con facilidad, simplifica tu vida al máximo. Usa el modelo basado en el miedo sólo para protegerte y abandónalo en cuanto hayas trazado el plan que lo consiga. Elige bien que tipo de recompensas no adaptativas utilizas, como una buena copa de vino o el gustazo de una buena comilona en familia, disfrutándolas de tal forma que no te cueste demasiado recuperar el equilibrio. Y toma las decisiones gordas en la vida basadas en recompensas adaptativas que te conduzcan a un bienestar saludable, sostenible y estable.

Pero principalmente, se consciente del Equilibrio. La vida no es perfecta, y pretender que lo sea nos aleja del bienestar. Encuentra tu propio balance personal sintiendo como te acerca cada vez más a donde querías llegar, hasta que dejes de sentir la necesidad de ir a ningún sitio.

Con mis mejores deseos,

Juan

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  • ¡Es fascinante! La dualidad entre el modo Hacer y el modo Ser en la vida es intrigante. Resolver las paradojas mentales nos libera para sumergirnos en la plenitud del Ser, eliminando la inquietud y permitiendo la experiencia auténtica.

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